lunes, 7 de junio de 2010

DEL AUTORITARISMO ¿HACÍA DONDE?


Después de que el partido oficial anunciara su propia victoria en las elecciones presidenciales de julio de 1988, Carlos Salinas, el presunto ganador con la menor proporción de votos en el siglo XX (50.5% de los votos efectivos) y quién se ha comprometido a modernizar los sistemas político y económico en el país; al ganar las elecciones, dijo: que en México “había terminado el periodo de lo que, para todo propósito, es visto como un sistema de un solo partido”, cuyo punto central iba a ser la transición del autoritarismo (el sistema de un partido “casi único”) a la democracia, una transición que ocurrió recientemente en muchos países, sin embargo, no fue así.
Después de intensas maniobras internas pudo el gobierno proclamar la victoria, una victoria que en cierto sentido fue una derrota por su falta de credibilidad.
De acuerdo con los resultados oficiales, el partido de centro – derecha, partido de Acción Nacional, obtuvo 16.8% del voto. El elemento inesperado fue la fuerza de una coalición de centro-izquierda recién formada, el Frente Democrático Nacional (FDN), que cifras gubernamentales adjudicaron al FDN el 31.1% de los votos, FDN reclamó la victoria, pero nunca se realizó el recuento de boletas que la oposición demandaba.
A pesar de todo, aunque no sin sobresalto, el ganador oficial, Carlos Salinas, pudo tomar su puesto y continuar con la transformación radical del sistema económico. Aunque frustrada, la oposición continuó existiendo y México tiene ahora un sistema multipartidista real que representa una innovación.
Antes de 1982, el único partido comprometido con las elecciones como la fuente básica de legitimidad política era el PAN, un partido de clase media, urbano y católico, creado en 1939 como reacción en contra del populismo radical del presidente Lázaro Cárdenas. El PAN, por mucho tiempo, presentó candidatos a la presidencia más como una forma de exponer su doctrina política ante un público mucho mayor que como forma de obtener el poder. Fue la expropiación de algunas ricas propiedades agrícolas en el norte en 1976 y del poderoso sistema bancario de 1982, lo que hizo al PAN una opción atractiva para algunos empresarios que antes habían estado dispuestos a aceptar una situación subordinada pero provechosa con la clase gobernante.
La sorpresa real en 1988 no fue la fuerza a reconocer como segunda fuerza electoral a una coalición de centro-izquierda de creación reciente, el FDN. Ésta amalgamó antiguos miembros del partido oficial marginados por la élite tecnocrática y neoliberal en el poder, más los miembros del viejo partido comunista y otros grupos de izquierda e independientes que buscan frenar, o al menos restringir, las políticas neoliberales de la tecnocracia del partido estatal. La cabeza de una coalición tan peculiar fue Cuauhtémoc Cárdenas. Esta división de la élite política dio nacimiento a la segunda fuerza electoral en el país, una fuerza que se ha nutrido de lo que fueran baluartes del sistema autoritario: los campesinos, los obreros, la clase media y baja y los habitantes de los cinturones de miseria que circulan las ciudades mexicanas.
1988: el FDN se transforma en partido político, PRD, se negó a reconocer la legitimidad del gobierno de Carlos Salinas y se presentó como alternativa por nombrarse heredero histórico de los ideales de justicia social proclamados en la Revolución Mexicana.
Desde los 50´s existe en México una serie de partidos pequeños. El gobierno toleró o incluso creó dichos partidos para dar visos de realidad al pronunciamiento de que México tiene un sistema político plural y democrático.
La liberalización económica de México no está igualada en el orden político; la naturaleza lenta de la transición política mexicana recibe fuerte apoyo no sólo del gobierno y de las burocracias del partido oficial, sino también de grandes empresas, la iglesia católica y por supuesto de la comunidad empresarial internacional y del gobierno del poder hegemónico de la región: E.U.
El gobierno autoritario mexicano es consciente de que sigue una política económica a tono con los vientos dominantes del mundo actual, si se reintegra a la comunidad internacional y es capaz de construir o reconstruir sus lazos con las élites intelectuales y religiosas locales, podrá negociar una transición lenta del sistema de un solo partido a una nueva situación en la cual una coalición de centro-derecha (PRI-PAN) permita que el poder permanezca en manos de un partido oficial que lo compartirá con sus nuevos socios.
El compromiso del discurso político no es con la realidad si no con la efectividad; todo discurso político contiene elementos demagógicos.
Cuando lo dicho por un líder se aparta en exceso de la realidad, cuando su imaginación se desboca, entonces el discurso pierde su razón de ser: la efectividad. Uno de los problemas de la élite política mexicana es, precisamente, que su discurso ya no convence. El problema del discurso actual del poder, el discurso “modernizador”, no está ni en su estilo ni en su lógica interna. La falla está en que la realidad no le acompaña ni en la mitad del camino. La pieza clave de un discurso es el Plan Nacional de Desarrollo, para el sexenio 1989-1994.
Desde que se inició en México la gran depresión de los años 80´s, se nos ha repetido hasta el cansancio que el nuevo proyecto nacional de la élite del poder es la modernización de instituciones y prácticas sociales por vía del adelgazamiento del Estado y la revitalización de las fuerzas del mercado por medio de la apertura de la economía mexicana a la competencia internacional.
La realidad fue distinta: los cambios de fondo de iniciaron sin que la economía creciera y por tanto la operación modernizadora se efectuó sobre el cuerpo social mexicano sin anestesia.
De 1982 a 1988, el estado se adelgazó y la economía se abrió al exterior, pero el PIB y la creación de empleos se estancaron.
En promedio la inflación del periodo fue de 91% anual y la inversión tuvo tasas negativas. La deuda interna y externa continuaron aumentando año con año, la fuga de capitales no se revirtió y la salida neta de recursos se convirtió en una sangría imparable.
Existe una falta de ánimo de grandeza respecto al futuro nacional entre aquellos empresarios que han trasladado y siguen trasladando y manteniendo en el exterior entre 30 y 40 mil millones de dólares. La élite política primero tiene que sacar a la economía del estancamiento más prolongado que se recuerde en este siglo y entonces tendrá derecho a hablar de ánimos, grandezas.
El presidente que su PDN, propone mostrar el camino para avanzar en el logro de 4 grandes metas: a) defender la soberanía b) ampliar la vida democrática c) defender la soberanía y d) elevar el nivel general de vida.
La solidaridad verdadera, sostenida y permanente, entre gobernantes y gobernados, no es posible ni aquí ni en ninguna otro sociedad compleja.
La razón es clara: quien decide el monto del salario mínimo nunca tendrá que vivir de ese salario. Los responsables de la educación pública de las masas, no envían a sus hijos a escuelas públicas sino a las privadas.
Sin embargo, resulta que el de solidaridad es hoy uno de los conceptos claves del discurso político oficial.
Al gobierno no le interesa la idea de la solidaridad en su aspecto jurídico, ni teológico, sino en el político. Y es precisamente en este campo donde surge el mayor problema.
El termino solidaridad suele ser empleado por los dirigentes políticos totalitarios o autoritarios, para encubrir la efectiva ausencia de participación de los ciudadanos en las decisiones políticas efectivas. Seguramente que quienes originalmente decidieron introducir el término solidaridad en el centro del discurso actual del poder no tuvieron conciencia del pasado histórico del concepto ni de lo cercano que tal pasado lo ponía en relación con ciertos aspectos de nuestra realidad actual, aspectos que son justamente los que el uso de la solidaridad en el discurso oficial no desea subrayar, si no ocultar.
Unos de los objetivos centrales de cualquier líder y de su círculo inmediato es no volver al sitio y circunstancias de las que salieron, sino prolongar hasta donde sea posible su permanencia en el puesto de mando y, cuando eso ya no sea posible, asegurar la continuación de su forma superior de vida.
La solidaridad verdadera, real, efectiva, es decir, la que surge de la comunidad de intereses y responsabilidades, no puede existir entre gobernantes y gobernados, sea en el capitalismo, el socialismo o cualquier otra forma de gobierno.
El problema de la democracia mexicana hoy se puede resumir así: la élite no quiere y la sociedad no puede.
En México, el grupo en el poder no parece dispuesto a la gran negociación con el conjunto de sus opositores, pues el requisito indispensable para llevar a todos a la mesa de los acuerdos es el de las elecciones transparentes. La vía electoral como el medio del cambio fue desechada a mediados del sexenio delamadridista y desde entonces no hay señales claras de un cambio de actitud.
ZEDILLO PONCE DE LEÓN


La presidencia de Ernesto Zedillo estuvo marcada por la crisis financiera más rigurosa del siglo con repercusiones internacionales llamada fuera del país como Efecto Tequila. Zedillo y Salinas se culparon mutuamente de la crisis. Carlos Salinas, responsabilizó al llamado error de diciembre que fue la táctica de libre flotación de la paridad peso-dólar (la cual había estado controlada en el sexenio de Salinas) en diciembre de 1994, la cual causó una fuga masiva de divisas ante la situación política del país (levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, asesinato de Colosio y otros políticos, etc.).
El precio del dólar incrementó cerca del 100% inmediatamente, causando quiebras de miles de compañías, desempleo y que muchos deudores se vieran impedidos de pagar sus deudas. El gobierno de Zedillo ideó el Fondo Bancario de Protección al Ahorro, FOBAPROA para apoyar a la banca nacional contra los deudores.
CARLOS SALINAS DE GORTARI

Durante el sexenio de Carlos Salinas se caracterizó por un fuerte crecimiento económico y la privatización de numerosas empresas paraestatales.
Se llevó a cabo, de igual manera, la privatización bancaria, la cual a falta de conocimiento y experiencia, desembocó en la crisis bancaria de 1995, cuya consecuencia fue la quiebra de varios bancos y su posterior rescate bajo el polémico esquema del Fobaproa.
Se privatiza Telmex, sin permitir que otras empresas de telefonía entren al mercado, teniendo como resultado un monopolio, dando como resultado uno de los servicios en telecomunicaciones más costosos del mundo, y aumentando el grosor de su billetera, a uno de los hombres más ricos, Carlos Slim.
Fue el presidente que llevó a México a someterse bajo la política económica denominada neoliberal con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con los Estados Unidos y Canadá.
El mismo día que dio inicio el tratado ocurrió el levantamiento zapatista. Que era como una protesta a la maniobra que estaba realizando salinas, que estaba dejando rezagado a una gran parte de la población mexicana, es decir, salinas anunciaba que México estaba a punto de entrar a las filas de los países de primer mundo, cuando irónicamente en algunas partes de territorio (Chiapas), se vivía en condiciones precarias de vida. Entonces en movimiento zapatista es una manifestación hacia la falacia que propugnaba Salinas de Gortari, con su fanática idea de que México pasaría a ser un país de primer mundo, después de firmar el TLC.
En materia política, durante el sexenio de Salinas, la oposición ganó las primeras gubernaturas al partido oficial desde 1929.
Llevó a cabo el Programa Nacional de Solidaridad, un esquema de financiación de obras públicas en zonas marginadas que buscaba la participación comunitaria como eje. Con algunas importantes modificaciones y con el nombre de Progresa durante el sexenio de Zedillo y Oportunidades, durante el sexenio de Fox, estos programas han seguido constituyendo el tronco principal de la política social del gobierno federal en México.
MIGUEL DE LA MADRID


De la Madrid llegó al poder en una de las épocas más difíciles del país, mucho debido a su antecesor, quien nacionalizó la banca tres meses antes de salir del poder.
A consecuencia de tal hecho, la inflación subió en un 100% cada año (en promedio), el desempleo creció a 15% entre 1983 y 1985 y hubo caídas drásticas en producción y en industrias gubernamentales.
Para resolver tales problemas, emprendió la Renovación Moral de la sociedad, elaboró un Plan Global de Desarrollo, estableció a nivel constitucional un sistema de planificación democrática y más importante, inició con la apertura económica, la desregulación y descentralización así como la privatización de empresas estatales, algo que seguiría bajo su sucesor; como resultado, el número de paraestatales bajaron de 1155 en 1982 a 412 en 1988; el sistema bancario se volvió a descentralizarse también durante ésta época de una forma extraoficial. Ante la severa crisis económica (donde se alcanzó el 3,100 por ciento de devaluación del peso), se establecieron los Pactos de Crecimiento Económico con los diversos sectores sociales, mediante los cuales el gobierno subsidiaba parte de los precios de los productos básicos y los productores/distribuidores se comprometían a no aumentarlos.
JOSÉ LÓPEZ PORTILLO

De este gobierno solo podemos hablar en materia económica su administración se caracterizó, sobre todo después de la primera mitad, por tomar decisiones arbitrarias y financieramente ineptas que detonaron la crisis más severa en la historia de México desde la época revolucionaria, no sólo repitiendo, sino exponiendo los errores del periodo de Luis Echeverría.
En un inicio López Portillo, se dio a la tarea de administrar la abundancia, debido a los importantes descubrimientos de yacimientos petroleros, pero después de esta euforia, el peso fue tardíamente se tuvo que devaluar en alrededor de un 400%. A pesar de que el presidente juro defender el peso mexicano como un perro.
El 1 de septiembre de 1982, día de su último informe de gobierno, habría de encarar a la ciudadanía para anunciarle el caos. Culpó de la debacle a los banqueros y a los "sacadólares", no admitió tener que ver en el hundimiento financiero del país y, de un plumazo, nacionalizó la banca y decretó el control de cambios, más en el tenor de una rabieta desesperada, de un golpe de efecto, que en el de medidas sopesadas y necesarias, lo que se vislumbró en su argumentación.
LUIS ECHEVERRÍA


Echeverría tuvo que cargar con la sombra del 68, desde el inicio de su mandato, Luis Echeverría intentó desarrollar una política progresista, planteó las bases de una apertura democrática y alentó la “crítica” informativa y de prensa.
Se hicieron demasiadas obras para intentar que el pueblo olvidara eventos anteriores, pero eso si se aumento la deuda externa, se creó la producción de petróleo, energía y la electricidad. Fue construida la red de carreteras, aeropuertos y crearon los puertos de navegación de altura: Puerto Madera en Chiapas y Lázaro Cárdenas en Michoacán.
Luis Echeverría afrontó diversas crisis, como la secuela que dejó el conflicto estudiantil de 1968, por lo que al querer congraciarse con los estudiantes, tomó medidas populistas que llevaron a la manifestación de la Educación Superior en México.
Para solucionar de algún modo la situación económica del país, creó la Comisión Nacional Tripartita, la cual estaba formada por empresarios, líderes sindicales y funcionarios públicos. De ahí nació el INFONAVIT.
Durante su gestión, la economía terminó con 20 años de “desarrollo estabilizador”, limitándose a hacer algunas modificaciones que sólo empeoraron la situación económica; disminuyó la inversión privada: Se duplicó en su periodo la producción de petróleo, electricidad y acero, carreteras y la deuda externa.
Su gobierno es recordado por que se devaluó el peso a menos de la mitad del tipo de cambio que se había mantenido desde 1954. Creció el Instituto Mexicano de Comercio Exterior. Creó la Secretaría de Turismo, de Reforma Agraria y la Comisión de Estudios del Territorio Nacional. Repartió 16 millones de tierras a los campesinos a pesar de que Díaz Ordaz ya había dicho que no había más tierras para repartir. Ya para finalizar solo queda mencionar que su proceder político se distinguió por su apoyo permanente a la causa de la República española en el exilio, así como a los numerosos españoles que vivían en México. Apoyó igualmente al régimen de Fidel Castro en Cuba, con el que México mantuvo excelentes relaciones, y al de Salvador Allende, en Chile. Después del asesinato de este último, abrió las puertas de México a los exiliados chilenos que escapaban de la dictadura del general Augusto Pinochet.
GUSTAVO DÍAZ ORDAZ


El gobierno de Díaz Ordaz se puede definir como una continuidad al de su antecesor; ya que el gasto público se comparte de manera similar. Se sigue un programa continuo de obras de infraestructura.
Se prosigue con el crédito agrario aunque el lenguaje oficial sostiene que ya no hay más tierras por repartir. Este tono de que hay un camino predeterminado para el país, el de la Revolución mexicana, hace que sus informes presidenciales parezcan los de un tenedor de libros que solo lista las cifras de lo hecho.
El viraje político en sus planteamientos se da en términos de la política laboral, la olimpiada de 1968, el movimiento estudiantil de ese año, los intentos de programación y el freno a la política exterior de López Mateos.
El conflicto con el movimiento estudiantil que luego se convierte en popular, demuestra su autoritarismo y la falta de sensibilidad política; aparentemente, el gobierno hizo todo lo posible por no escuchar las demandas, por no negociar, su única respuesta fue la represión de estudiantes en Tlatelolco. Falta de negociación que revela, un autoritarismo y una debilidad presidencial poco usual en México, durante los gobiernos anteriores.
El conflicto en el primer año de régimen, con los médicos del ISSTE a los que se unen los del Seguro Social apunta al autoritarismo del resto del sexenio y a la debilidad presidencial. En los dos gobiernos anteriores se habían enfrentado, conflictos realmente graves. Pero se fueron enfrentando con varias Instancias de poder y ninguno de los dos presidentes anteriores se fue a la desesperación desde el primer momento, como lo hizo Díaz Ordaz. Magnifico así el problema y enseño sus limitaciones.
Para cubrir su política laboral se promulgo la Ley Federal Del Trabajo de 1970. El gobierno de Díaz Ordaz fue el fin de una era y por consiguiente el principio de otra supuestamente. Pero finalmente Díaz Ordaz es recordado por su personalidad intransigente y por la brutal represión del 68.