lunes, 7 de junio de 2010

LUIS ECHEVERRÍA


Echeverría tuvo que cargar con la sombra del 68, desde el inicio de su mandato, Luis Echeverría intentó desarrollar una política progresista, planteó las bases de una apertura democrática y alentó la “crítica” informativa y de prensa.
Se hicieron demasiadas obras para intentar que el pueblo olvidara eventos anteriores, pero eso si se aumento la deuda externa, se creó la producción de petróleo, energía y la electricidad. Fue construida la red de carreteras, aeropuertos y crearon los puertos de navegación de altura: Puerto Madera en Chiapas y Lázaro Cárdenas en Michoacán.
Luis Echeverría afrontó diversas crisis, como la secuela que dejó el conflicto estudiantil de 1968, por lo que al querer congraciarse con los estudiantes, tomó medidas populistas que llevaron a la manifestación de la Educación Superior en México.
Para solucionar de algún modo la situación económica del país, creó la Comisión Nacional Tripartita, la cual estaba formada por empresarios, líderes sindicales y funcionarios públicos. De ahí nació el INFONAVIT.
Durante su gestión, la economía terminó con 20 años de “desarrollo estabilizador”, limitándose a hacer algunas modificaciones que sólo empeoraron la situación económica; disminuyó la inversión privada: Se duplicó en su periodo la producción de petróleo, electricidad y acero, carreteras y la deuda externa.
Su gobierno es recordado por que se devaluó el peso a menos de la mitad del tipo de cambio que se había mantenido desde 1954. Creció el Instituto Mexicano de Comercio Exterior. Creó la Secretaría de Turismo, de Reforma Agraria y la Comisión de Estudios del Territorio Nacional. Repartió 16 millones de tierras a los campesinos a pesar de que Díaz Ordaz ya había dicho que no había más tierras para repartir. Ya para finalizar solo queda mencionar que su proceder político se distinguió por su apoyo permanente a la causa de la República española en el exilio, así como a los numerosos españoles que vivían en México. Apoyó igualmente al régimen de Fidel Castro en Cuba, con el que México mantuvo excelentes relaciones, y al de Salvador Allende, en Chile. Después del asesinato de este último, abrió las puertas de México a los exiliados chilenos que escapaban de la dictadura del general Augusto Pinochet.

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